Cuba ha empezado a desandar, por fin, el largo camino que conduce al establecimiento de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MIPYMES), un nuevo actor económico que promete dinamizar la economía nacional y diversificarla.
Las MIPYMES fueron, durante años, el reclamo de una parte del sector no estatal cubano que, en buena medida, ya venía funcionando como tal, bajo el apelativo de “trabajo por cuenta propia”.
Algunas comenzarán desde cero, estimuladas por la nueva legislación que las ampara; otras optarán por el reconocimiento como Pequeñas o Medianas Empresas después de acumular experiencia en emprendimientos anteriores. Todas, absolutamente todas, necesitarán afianzar su marca para posicionarse en un mercado como el cubano, signado por un panorama comercial y empresarial que durante décadas no potenció la comunicación con sus públicos, pero que en la actualidad se encuentra abierto, como nunca antes, a las más contemporáneas tendencias de la mercadotecnia.
La marca va más allá del logo, de la identidad corporativa y de las estrategias comunicacionales. Es, además, el conjunto de valores que promueve una organización, los atributos tangibles e intangibles que configuran la percepción del producto, servicio o empresa en la mente del usuario.
Las MIPYMES cubanas deberán (como antes hicieron no pocos trabajadores por cuenta propia) comprender que la marca es la promesa de un beneficio para el cliente, la garantía que determinado negocio le da al consumidor de que, al escogerlo, obtiene ventajas significativas. Crear la diferencia: esa parece ser la clave, incluso en un escenario de escasa heterogeneidad de productos y servicios.
Que las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas cubanas reconozcan el valor de la marca para el triunfo de sus emprendimientos es el primer paso para conseguir lo que todas quieren: abrirse un nicho de mercado, diferenciarse de la competencia, volverse fácilmente reconocibles para sus clientes y estrechar vínculos con ellos. De ahí que resulte imprescindible una estrategia comunicacional coherente, que no genere falsas expectativas, sino que promueva la calidad real del producto o servicio, sin dudas, la piedra angular del éxito.
En medio de la pandemia de COVID-19, que afecta cada resquicio de la vida económica y social de Cuba, son los escenarios digitales donde pueden desplegarse en toda su magnitud las estrategias encaminadas a posicionar las marcas de las MIPYMES. Contar con su propia página web, tener presencia en redes sociales, utilizar las aplicaciones de mensajería instantánea, enviar campañas de e-mail marketing; es necesario explotar todas las potencialidades de Internet en función de conquistar a los públicos y acercarles hasta donde sean posible los bienes y servicios de cada negocio.
Si en algún momento ha resultado evidente la importancia de una adecuada gestión de la marca digital es ahora, cuando el Coronavirus ha empeorado el complejo entramado económico de la Isla.
Tomado de Negolution